Fraseología en el discurso “post reditum ad senatum” de Marco Tulio Cicerón. (1-6)

Luego de 16 meses en el exilio, Cicerón regresó a Roma en el 57 a.C., durante el consulado de Publio Léntulo y Cecilio Metelo. Ya en la ciudad pronunció dos discursos, uno para el senado y otro para el pueblo. El tema de los dos discursos es parecido: demostrar que le han hecho un gran favor al permitirle regresar a su ciudad, a ver su esposa, hijos y hermano, sin embargo, entre otras cosas no deja de asomarse lo que él ve como una falta de reconocimiento, pues las autoridades enviaron al exilio a alguien que pudo defender a este incipiente imperio de los planes de Catilina.

Sería de esperarse que por tratarse de públicos distintos hubiera cambios sustanciales en la forma de hablar y de dirigirse a los escuchas, sin embargo, en el nivel fraseológico los recursos del orador parecen no cambiar mucho entre un discurso y otro, aunque sí echa mano de elementos retóricos para modular sus intenciones.

En el exordio del discurso ad senatum (p. red. ad. sen.) se hace énfasis en la acción de gracias, con una combinación de palabras en demasía común en la obra de Cicerón (y en general en la literatura latina: gratias agere. Aunque se trate de una combinación frecuente, se ve modificada en este pasaje por un cumulate, que no tiene más apariciones en otros textos. Aunque parezca fuera de lugar, Cicerón no deja de hacer énfasis en que lo que están a punto de escuchar los senadores es una muestra de la ubertas ingenii y de la dicencia copia que siempre se espera en un discurso pronunciado ante los rostra.

No se pierde tiempo, en el parágrafo dos, para hacer énfasis en la situación actual de la república romana, a la que se compara con un arx:

[populus Romanus] cuius honoribus in amplissimo consilio et in altissimo gradu dignitatis atque in hac omnium terrarum arce collocati sumus.

Esta comparación no es de aparición única, ya se leía algo similar en Verr. 2. 5. 184:

 Iuppiter optime maxime, cuius iste donum regale, dignum tuo pulcherrimo templo, dignum Capitolio atque ista arce omnium nationum

Con una variación más, en Cat. 4. 11

videor enim mihi videre hanc urbem, lucem orbis terrarum atque arcem omnium gentium, subito uno incendo concidentem

Más adelante, en el parágrafo 4, se hace una comparación que también se hará en la oración ad Quirites (p. red. ad Quir.) y que tiene que ver con la protección que brindan las leyes en comparación con aquella que brindan las paredes:

idemque illo ipso tamen anno, cum ego cessissem, princeps autem civitatis non legum praesidio sed parietum vitam suam tueretur

Así aparece en el discurso dirigido al pueblo (14):

cum privati parietum se praesidio non legum tuerentur

Sin embargo, es en la narratio donde comienzan a presentarse coincidencias más obvias entre estos dos discursos, cuando el dramatismo de lo ocurrido requiere que se utilicen combinaciones de palabras como flumen sanguinis, que aparece en oraciones casi idénticas en los dos textos:

illi meum reditum non populi Romani sufragiis sed flumine sanguinis intercludendum putaverunt (p. red. in sen. 6)

inimici mei corporibus civium trucidatis flumine sanguinis meum reditum intercludendum putaverunt (p. red. ad Quir.14)

Esta combinación no vuelve a aparecer en prosa clásica, pero sí en Lucrecio, aunque no se trata del mismo “río de sangre” del que hablaba Cicerón:

nam saepe ante deum vitulus delubra decora
turicremas propter mactatus concidit aras
sanguinis expirans calidum de pectore flumen

(Lucr. 352-354)

La combinación reaparece en prosa en Valerio Máximo, quien la utiliza para referirse a las pérdidas humanas de la época de Sila:

crudeliter totam urbem atque omnes Italiae partes civilis sanguinis fluminibus inundavit

(Val. Max. 9. 2. 1)